martes, 5 de octubre de 2010

¨La cita¨

Aún recuerdo esa primera cita con ¨Leo¨el chico que me gustaba desde que yo era una adolescente y él era un jóven adulto, en ese tiempo yo era muy niña para él y aunque yo tambien le agradaba pues era casi imposible y siempre fue una atracción silenciosa. Pasaron 5 años, ya Leo tenia 27 años y yo 21, no existia el impedimento de la edad, ambos estabamos solteros y aunque habian pasado años, cuando nos vimos ese imán que antes nos unía se reactivó.

Leo se acercó a mi y luego de horas de plática salieron de sus labios la pregunta que tanto anhelaba escuchar: te gustaría cenar el sábado conmigo? sin pensarlo dos veces y de inmediato dije que si, pues era el chico por el que moría en mi adolescencia y no podía creer que al fin tenia mi primera cita con él.

Pasé toda la semana planeando la vestimenta perfecta para esa noche y por ende el peinado que me haría lucir mas elegante y adulta. Ya era viernes y yo tenia todo listo para la gran noche que me esperaba, Leo me llamaba todos los días y yo estaba dentro de una burbuja de sueños deseando que ya fuera sábado.

Por fin había llegado el tan esperado día, desperté y lo primero que hice fue comenzar mi rutina de belleza, me puse una mascarilla, me depilé, me hice los pies y las manos, fui al salón de belleza y luego de pasarme un día completo en ¨la sala de tortura¨, llegué a mi casa y me puse ese vestido negro que se ajustaba a mi cuerpo y era perfecto para la ocasión, me puse los zapatos que uso en ocasiones especiales, me rosié de mi mejor perfume y luego de mirarme por mas 30 minutos al espejo, llegó la hora de la cita.

Leo acordó pasarme a buscar a las 8 de la noche y ya eran las 9 y no llegaba, luego de una hora y media de retraso por fin apareció con un suéter, unos pantalones jeans y unos tenis y yo estaba vestida muy formal puesto que era la primera cita y esperaba que fuera inolvidable y si que lo fué. Yo estaba tan ansiosa que dejé pasar el estilo desenfadado de Leo y me hice la idea de que el lugar a donde me llevaría a cenar iba a ser espectacular pero no fue así. Leo ni siquiera me preguntó donde me gustaría ir a cenar o cuales eran mis gustos, él simplemente decidió llevarme al lugar donde acostumbraba a ir con sus ¨amigotes¨, osea un sitio para nada femenino y donde lo único que se escuchaba de fondo era el juego de pelota y yo muy bien vestida para la ocasión era la nota discordante del lugar. La conversación solo era fluida cuando hablábamos de esos tiempos de adolescencia como si él no tuviera un presente interesante que contar. Al momento de ver la hoja que tenían como menú, pedí una hamburguesa que al final dejé casi por completo y después de anhelar la semana entera esa gran cita, lo único que deseaba en ese instante era que me llevara a mi casa de la cual nunca debí salir ese sábado en la noche.

Leo resultó ser mejor amigo que galán y yo ahora recuerdo esa noche como el inicio de una gran amistad.