Una mañana me levanté como todos los días para dirigirme a mi trabajo, encendí la televisión y lo primero que ví como casi siempre fué un anuncio comercializando pastillas y tratamientos químicos para bajar de peso lo mas rápido posible, me mostraban un persona que para mi gusto no era muy gorda y que se veia bien ante mis ojos pero ante el mercadeo y la publicidad era una persona casi obesa.
De inmedito me miré en mi espejo y lo que ví ya no me gustaba mucho pues en ese momento noté que estaba un poquito pasada de peso e inmediato comencé a hacer averiguaciones sobre las maneras y los métodos para bajar unas cuantas libritas. Compré unas pastillas que me aceleraban el metábolismo y como consecuencia me subieron la presión alterial, hice dieta y por la poca experiencia en esos asuntos lo que hice fué engordar un poco más, me tomé unos jugos naturales que al ingerirlos me provocaban unas náuseas terribles, me recomendaron unos té chinos y lo único que logré fué destruir mi estómago y por último pensé en una pequeña cirugía plástica para hacerme un retoquito en las áreas que no me gustaban de mi cuerpo.
Se volvió una obsesión el tema de mis libritas de más pero una gran amiga me llamó a capítulo como decimos nosotras entre amigas y me dijo lo siguiente:
Eres una mujer ecepcional, bella por fuera y mas hermosa por dentro, única, original, que todo hombre desearía tener, tienes un novio que te ama y no te juzga si engordas un poco pero te reclama cuando ante sus ojos estás adelgazando mucho, tu familia te admira y tienes una vida plena y rodeada de amor.
Después de hablar con mi amiga y ver los prototipos de mujeres perfectas que nos quiere imponer el mercado competitivo de hoy, prefiero ser aquella mujer exitosa en mis negocios y en mi vida personal con unas libritas de más pero viva y felíz.